Érase una vez un remoto pueblo
de la Andalucía profunda. Allí hace tiempo todo el mundo era feliz con la vida
que les había tocado, una vida que giraba en torno a la agricultura e
incultura. En ese remoto pueblo había un colegio que recogía alumnos de varias
comarcas colindantes, muchos de ellos no solían asistir ya que desde pequeños
tenía la obligación de ayudar a sus familias en tareas domésticas o bien
trabajando en el campo. Su niñez, por decirlo de una manera, fue robada por las
necesidades familiares.
Estos niños fueron creciendo,
se hicieron adultos y tuvieron hijos, los cuales sí están obligados a la
escolarización.
Muchas cosas han cambiado en
este pueblo pero una sigue igual. El colegio sigue siendo el mismo edificio con
cuatro paredes que necesitan una mano de pintura, sigue recogiendo a alumnos de
comarcas vecinas y los profesores, aunque no son los mismos, comparten los
mismos ideales, no por su culpa, sino por la educación que ellos mismos
recibieron, a la época que les ha tocó vivir. He de indicar llegado a este
punto, que la edad media del claustro ronda los 55 años. Nicolás, el Director
de Centro está convencido de que el fracaso escolar está ocasionado por que los
alumnos nos estudian lo suficiente y esta idea fue ganándose seguidores en todo
el Claustro.
Este año era muy especial, el
profesor más antiguo y querido de todos se jubilaba después de varias
prórrogas. Su ausencia se haría notar en todo el centro, pero lo que más
preocupaba era la llegada del nuevo docente que ocuparía su lugar. Hacía diez
años que el claustro no se había movido y tenían miedo a lo que podía venir.
Comienza el nuevo curso
escolar y con ello la llegada del nuevo profesor, un chico joven, de apenas 25
años llamado Salvador (Salva). Sus inicios fueron buenos, tuvo una buena
bienvenida por parte de los profesores y alumnos. Sin embargo, aunque su
adaptación aparentemente fue buena, en su interior había algo que le
preocupaba, según sus investigaciones, descubrió que ningún alumno de ese
centro había acabado la educación secundaria, que los alumnos no tenían unos
conocimientos válidos para enfrentarse a su día a día, que sus compañeros se
basaban en el castigo como método para corregir conductas y que sus alumnos no
eran felices en el centro. Reinaba una enseñanza tradicional.
Salva, que era Maestro por
vocación no podía creer lo que estaba ocurriendo y mucho menos la reacción de
los padres de sus alumnos que veían la educación reglada como un puro trámite
que sus hijos tenían que hacer y una liberación para realizar sus trabajos.
Aunque Salvador estuvo tentado
de pedir el traslado a otro centro, sabía que no iba a tener la consciencia
tranquila, sabía que antes de abandonar tenía que luchar por aquello en lo que
creía, por aquello por lo que siempre había soñado. Por cambiar la educación.
Sabía que no iba a ser fácil, pero tenía que intentarlo. Tras pensarlo mucho,
un día expuso sus preocupaciones en un claustro de profesores.
-El nivel de nuestros alumnos
es muy malo, no están motivados, los padres no se preocupan por esta situación
y lo peor de todo, nosotros, los profesores no estamos haciendo nada para
evitar esta situación. – Dijo Salvador.
-En este centro todo va de
maravilla, si los alumnos no llegan al nivel mínimo es porque no estudian lo
suficiente. -Dijo Nicolás.
Almudena, la Jefe de Estudios
no estaba de acuerdo con Nicolás en ese aspecto, siempre había querido cambiar,
pero le daba miedo enfrentarse sola a aquello, además no sabía muy bien qué
hacer.
-Puede que sea cierto que los
alumnos no estudien lo suficiente, sin embargo creo que es de vital importancia
que reflexionemos sobre nuestra práctica y pensemos qué podemos hacer ante este
problema. –Dijo Almudena.
Tras mucho discutir y mostrar cada cual su acuerdo o desacuerdo respecto
a esta situación, el claustro quedó dividido en dos grupos bien diferenciados:
los que estaban a favor del cambio y los que estaban en contra. Esto no quiso
decir que al crearse dos grupos éstos fueran rivales, sino que un grupo decidió
seguir tal y como estaban acostumbrados a ejercer su función docente y otro
decidió innovar.
El grupo innovador estaba
formado por Almudena, Salvador, Lucía, tutora de cuarto curso, y Carlos, el
maestro de inglés.
El grupo anti-cambio lo formaban
Nicolás, Antonio, Secretario y tutor de sexto, Rocío, tutora de tercero,
Estaban, el otro profesor joven del claustro y que se encargaba de impartir
educación física y Macarena, la profesora de música.
Salvador y su grupo se
fueron reuniendo periódicamente para decidir cómo iban a realizar ese necesario
cambio y cómo iban a enfrentarse a las oposiciones del mismo. Tras mucho
pensar, decidieron, como primer paso, crear un cuestionario de autoevaluación
para evaluar cada área, en la que según ellos había una urgencia de cambio.
Estas áreas eran:
2. Construyendo relaciones
3. Clima social
4. Aprendizaje Ajustado
5. Relaciones familia-escuela
Tras la evaluación, Salvador
pensó que cada profesor se encargara de mejorar una de las áreas y
finalmente entre todos pensar en cómo incluir a las familias dentro de la
escuela, cosa que por la situación actual era muy difícil.
En el siguiente claustro de
profesores, Salvador y su equipo expusieron su proyecto.
-¡Esto es una locura! –dijo Antonio-. ¡Los alumnos no nos van a tomar en serio!
-¿Golden qué? – dijo Rocío- ¡Ya estamos con las modernidades! ¡Conmigo no
contéis que ya estoy harta de tantas cosas nuevas..!
-El proyecto lo hemos llamado Golden5 – Dijo Lucía-. Mediante este proyecto
creemos que se consigue una mayor motivación escolar, desarrollo de la
autoestima de nuestros alumnos, y que los padres se involucren en la educación
de sus hijos. Todo esto favorecerá el rendimiento escolar, que es lo que
nuestros alumnos necesitan para enfrentarse a su día a día.
-Así que a partir de ahora, potenciaremos lo positivo, generaremos expectativas
altas y positivas sobre las capacidades de nuestros alumnos, reforzaremos
positivamente a los niños en presencia de otros aumentando así lo positivo y
disminuyendo lo negativo. –Dijo Carlos.
-Solo veis lo que queréis ver y como lo queréis ver – saltó Macarena-. No
valoráis todo el trabajo que hacemos, las horas dedicadas a corregir exámenes,
a hacer las actividades del libro, el estrés que causa estar mandando a callar
en todo momento, yo todas las semanas acabo afónica de tanto gritar.
-Bueno, haced lo que querías –
dijo Nicolás-. Pero dejadnos a nosotros que hagamos nuestro trabajo como
queramos.
El grupo innovador por fin
tenía vía libre para realizar su trabajo y poner en marcha el proyecto con el
que tanto habían soñado, no sabían muy bien si tendría el efecto que esperaban,
pero pronto saldrían de dudas.
...
Iván es un alumno intranquilo, desobediente y rebelde. En clase siempre
intentaba llamar la atención haciendo cualquier cosa que estuviese “prohibida.”
Como era costumbre suya, estaba lanzando bolitas de papel a un compañero
mientras Carlos estaba hablándoles en inglés. Durante la explicación, Carlos se
acercó a él y le puso la mano en el hombre, no le dijo nada, en cambio Iván
supo que debía de dejar de molestar a sus compañeros en ese momento. Tras ello,
el profesor le hizo una pregunta en inglés e Iván le contestó correctamente.
–Good boy! – grito Carlos en presencia de toda la clase. -You are doing it
great! Just keep working hard. Congratulations! (Feedback positivo). Tras la
clase, Carlos felicitó a Iván en privado y le preguntó si se había sentido bien
cuando le felicitó. De esta manera, Carlos rompió los esquemas de Iván haciendo
algo que nunca antes habían hecho con él: valorar su buen comportamiento y
esfuerzo en clase y sobre todo preocuparse por sus sentimientos.
...
Lucía estaba de guardia y escucho ruidos por los pasillos del colegio. Rocío,
la tutora de tercero había expulsado de clase a cuatro alumnos por “mal
comportamiento.” Estos alumnos eran: Marta, Lidia, Marino y Rafa.
-Buenos días. ¿Qué hacéis aquí fuera? – preguntó
Lucía sorprendida.
-La “seño” Rocío nos ha echado de clase por
hablar. – respondió Rafa.
-¿En serio? contestó Lucía-. Me han dicho que
últimamente sois los más buenos de la clase. Estoy sorprendidísima. Además me
ha dicho un pajarito que estáis sacando unas notas buenísimas.
-Ya, pero la “seño” Rocío nos ha dicho gritando
que la tenemos hasta el moño. – dijo Marta con tristeza.
-Bueno, no pasa nada, seguro que dentro de un
rato se le pasará. –dijo Lucía-. Por cierto, ¿me dijisteis veis Glee,
verdad?
-¡Sí! – contestaron al unísono-.
-Es que esta tarde trabajo en el cole y no puedo
verla – aclaro Lucía-. ¿Me buscáis mañana y me contáis lo que ha pasado en el
capítulo?
...
La clase de Salva había cambiado por completo. En primer lugar visualmente, la
decoración era atractiva para los alumnos. Estaba llena de tablones, dibujos
hechos por los alumnos, todos sus trabajos estaban mostrados en las paredes...
El cambio también estaba presente en su metodología.
Los alumnos habían empezado a trabajar en grupos pequeños. En ellos se
realizaban proyectos elegidos por ellos y que más tarde expondrían, de manera
que cada equipo se proponía una meta a alcanzar. Todos ellos asumían diferentes
roles para que el objetivo común se cumpliese. Además, los alumnos se
comprometieron a ayudarse entre sí.
Salva convocaba asambleas cada semana con el fin de saber la opinión de los
alumnos, sus necesidades, qué cambiarían, qué mejorarían. Hacía que los alumnos
se sintieran importantes dentro de la clase. El día que había un cumpleaños, la
clase se paraba quince minutos antes del recreo para celebrar una fiesta todos
juntos en el aula. Así mismo, cuando algún alumno quería contar alguna noticia
interesante, se le daba la oportunidad de ser escuchado.
...
Los demás profesores empezaron a ver resultados muy positivos y a muy corto
plazo. Esto hizo que algunos de los anti-cambio empezaran a interesarse por el
método, en espacial Nicolás, que tenía una hija en cuarto curso y estaba viendo
lo beneficioso que estaba siendo el método para ella.
En el siguiente claustro de profesores Nicolás dio a entender que todos los
profesores deberían de llevar a cabo ese método tan beneficioso y por el que en
un principio no había apostado.
En cuanto a la evaluación se habían hecho varias modificaciones. En primer
lugar la evaluación de cada alumno comenzó a ser privada, es decir, se hablaba
con ellos en privado dándole información concreta de cómo podrían mejorar.
Además, los trabajos escritos se corregían en verde en lugar de rojo y
resaltando únicamente lo que está bien y no lo que está mal. Las calificaciones
numéricas de eliminaron y se comenzaron a utilizar anotaciones donde se
describía todos aquellos aspectos que el alumno había conseguido.
El apoyo educativo dirigido a alumnos con NEAE se comenzó a ofrecer dentro de
las aulas ordinarias y contando con la ayuda y colaboración de todos los
compañeros, ya que este tipo de alumnos formaba parte de los grupos de trabajo.
Las familias empezaron a ver también los resultados positivos. Los alumnos
llegaban a casa entusiasmados, hablando bien del colegio, de lo micho que se
divertían y aprendían allí. El centro comenzó a hacer que los familiares
participaran en la educación de sus hijos, facilitando la participación de
éstos en diversas actividades del centro. Por todo ello se crearon las
comunidades de aprendizaje, mediante las cuales, se consiguió que padres y
madres asistieran a las clases. Las actividades realizadas fueron diversas, y
entre ellas, las que más gustaban eran “el día de las puertas abiertas” en la
que las familias asistían al Centro para poder ver el trabajo con el alumno e
incluso trabajar con ellos. El banco de padres donde éstos contribuían bien
explicando a qué se dedicaban, con el huerto escolar, viajes...
...
El camino por recorrer fue largo, muy largo, se enfrentaron a barreras
difíciles de superar, no es fácil cambiar la mentalidad de la gente, la forma
de trabajar que se tiene desde años, aunque finalmente todos los profesores
adoptaron el método Golden. Poco a poco fueron utilizando más técnicas
relacionadas con las cinco áreas que constituyen el programa Golden 5.
Los alumnos ya no fracasaban cuando llegaban a secundaria, de hecho, destacaban
en comparación con otros alumnos del Instituto. Se había creado una nueva
cultura en ese remoto Centro de un pueblo de la Andalucía profunda.
Fin
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